Pasa las horas rozando la locura, presa de mi poesía. Mucho altibajo, poca llanura, soy ladrón y policía. Caen las gotas sin previo aviso viniendo del más allá, de un inconsciente ya inmanejable que no me deja vivir en paz. De a poco oxidan esta armadura, difícil de abandonar. Tengo una cita conmigo que no me animo a afrontar. Estoy tan lejos de mí, que no alcanzo a ver mi esencia. Pobre de vos, hoja en llamas, te descargo mi paciencia. En el juicio de los muertos, frente a Osiris, mi corazón rompería la balanza; y sin embargo, no consigo darme cuenta qué fantasma dará a luz mi desconfianza. Pero prometo, a más nadie que a mí misma, triunfar de nuevo en este juego apasionado... y el día que ya no le tema a los abismos, agradecer a quienes tuve siempre al lado. No quiero cantar victoria por describir lo que siento en mi estado, tras la gloria y en un terrible momento. Y a vos, canción de ira y esperanza, prometo no abandonarte: YO TAMBIÉN TENGO UN NUDO EN LA PANZA POR NO PODER LIBERARTE. Pero... pero al menos por ahora, tu lugar es un cajón porque es falta de respeto cantarte sin emoción; y esta intrusa que hay en mí, no te merece cantar, te merece alguien más grande capaz de inmortalizarte. En el juicio de los muertos, frente a Osiris, mi corazón rompería la balanza; y sin embargo, no consigo darme cuenta qué fantasma dará a luz mi desconfianza. Pero prometo, a más nadie que a mí misma, triunfar de nuevo en este juego apasionado... y el día que ya no le tema a los abismos, agradecer a quienes tuve siempre al lado.
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